Expectativa/Realidad

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Una de las grandes prerrogativas que me ha dejado el ver –ya bastantes- series de Netflix –porque lo confieso soy adicta- es el preguntarse o en su defecto el tener la certeza de que alguien puede verte. Y no me refiero, a esa sensación de que alguien te mira y ya, sino al hecho de que te mire y pueda reconocer realmente quien eres detrás de todas esas máscaras que de una u otra forma el mundo te ha obligado a ponerte para ser un “mejor ser humano.”

¿Cuántas personas conocen o han conocido con las que son capaces de ser quien realmente son? ¿Sin tapujos? ¿Sin verdades a medias? ¿Sin pretensiones? ¿Sin sentir que los van a juzgar? A de ser una sensación bastante grata, quitarte el mundo que cargas en la espalda y ser reconocido, comprendido y aprobado por el otro. Porque seamos honestos el ser humano siempre está buscando aprobación, sino los invito a que cierren sus redes sociales y dejen de tomarse selfies.

Dicen que llegando a una edad, lo que digan los demás ya no te interesa, pero en México, con una cultura tan arraigada del: que va a decir la familia, que van a pensar los vecinos, tu vida personal solo en tu casa, etc… Se agradece una persona capaz de examinar tu yo interior y exterior.

Pero lejos de poder encontrarlo, otra cosa muy importante, es que este tipo de personas, por más que quieras tenerlos cercanos para siempre, bueno, suelen irse. Suelen irse, porque así es la vida, uno tiene que seguir, buscar sus propios caminos, desarraigarse, desengancharse, mutar.

Aclaro, esto no es una oda a la nostalgia, -como casi siempre suelo hacerlo- es más que nada una situación muy humana, de conocer y de dejar ir, Cerati el maestro dijo: decir adiós es crecer.

Y es verdad, es una cuestión de dejar atrás la soberbia, y entender que van a llegar personas nuevas, a las que también es importante darles espacio. Parece que decir adiós, también es dar una bienvenida.

Siempre me he considerado una persona introvertida, soy una desconfiada por naturaleza, así que cuando me mudé y tuve que decir adiós a esas personas en las que yo confiaba, con las que llevaba una vida conviviendo y siendo yo, bueno la cosa se puso difícil.

Hoy después de casi cuatro años, en una ciudad diferente, habiendo conocido a algunas personas que valen la pena, puedo decir que estoy lista para soltar, para decir esta soy yo, y confiar.

Qué difícil esa palabra, confiar. Todos tenemos tantas acepciones sobre ese término, que al final desconocemos la real capacidad del otro para cumplir con las expectativas que uno se hace en la cabeza.

Ese el problema, las expectativas, el maldito apego, es cuando uno dice, ojalá me hubiera educado con creencias budistas y entender que uno no encuentra la satisfacción solo llegando a cubrir las expectativas.

Al final del día, empezar de cero, solo es para aquellos que no han aprendido nada, o como dijo Francis Underwood –lo siento de verdad lo amo- “empezar de cero suena  a cero a la izquierda, me gusta empezar de nuevo”.

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